viernes, 4 de septiembre de 2015

EL DÍA DEL APOCALIPSIS ZOMBIE

aHola como están, a los años, ya saben como es esto, el tiempo, el trabajo, los estudios, el futbol,  ahora prometo que tendremos más entradas pues una amiga mía nos apoyara con eso. Bien seguro alguna vez en sus vidas, sintieron que no encajaron en el mundo, que su existencia no tenía una lógica o una razón de ser, eso me pasó un día del cual aún tengo el recuerdo. El día comenzó un tanto gris, demasiado oscuro, todo hacía indicar que el sol no quería verme, si bien lo recuerdo era sábado, como rara vez en mi casa no había nadie, busque a mis padres en su habitación, también abrí la puerta del cuarto de mi hermana y no había nadie,  de razón que no se molestaron en pasarme la voz para comprar el pan o para tomar desayuno. No me quedaba más remedio que hacerlo por mis propios medios, tome unas cuantas monedas de mi mesa de noche y me fui a comprar a la panadería de la esquina, en verdad parecía un día extraño, porque en las calles no había gente, los postes apagados, solo los grillos cantaban, me dirigí a la panadería pero estaba cerrada, toque con una moneda la puerta, nadie contestó y como no me dio la gana de ir a otra panadería, regrese, mientras volvía a casa, a media cuadra aproximadamente, sentí pisadas tras de mí, como si alguien arrastrara los pies, al voltear había una sombra que se desplazaba de manera zigzagueante  dando arcadas o rugiendo, acelere el paso, de reojo vi que arrojaba una especie de ácido por la boca, llegue a la puerta,  saque mis llaves y como no había luz tuve que probar con cada una, mientras este ser extraño, se acercaba a mí, ninguna de las 4 llaves que probé encajaba en la cerradura, mientras que este ser sombrío ya estaba a escasos metros, al fin entro la llave y abrió el portón, lo cerré, abrí la  siguiente puerta que para mí buena suerte pude atinar la llave y cerré con fuerza, asustado decidí que solo tomaría una taza de manzanilla, acabe mi pobre desayuno, amontone los trastes en el lavadero y subo de nuevo a mi cueva a seguir invernando, mi cuarto se notaba más oscuro que de costumbre, decidí abrir las cortinas y para mi mala suerte el día se oscureció un poco más dando indicios de que iba a garuar, abro la ventana para ver si seguía afuera eso que me siguió y no hubo nadie.

Cuando uno está solo y en estas circunstancias climáticas lo que suele hacer es prender el televisor e idiotizarse con algún programa, pero al parecer se había ido la luz en el vecindario, salí de mi casa para preguntarle a la vecina del costado si ella tenía luz, mire bien a los costados por si acaso había alguien escondido, así que toque la puerta de la vecina con fuerza, pero nadie me respondió, fui a la puerta siguiente toque con fuerza y nada, ya era muy extraño, no había nadie en mi casa, las tiendas cerradas, ningún vecino, ningún ruido, es tan parecido a  una escena post – apocalíptica hollywoodense, solo falta que por las calles comiencen a caminar zombies hambrientos de cerebros. Un momento, ese tipo que me seguía antes, entonces,  era un zombie y yo aquí en la calle a la intemperie, presa fácil de un muerto viviente, corrí a mi casa  cerré el portón de mi casa con pestillo y cerré la puerta principal con llave también, dándole tres vueltas a la cerradura, subí a mi cuarto, cogí el celular para llamar a mi hermana, pero no tenía saldo, le puse los audífonos para sintonizar alguna radio, solo pasaban canciones grabadas hasta que una radio en lo último del dial, hablaba sobre el apocalipsis y el juicio final.

Carajo llego el fin del mundo y me dejaron solo en mi cuarto, no hay nada más triste que morir solo, no encontré ni a mi perro, el mundo se había ido a la mierda por culpa de tanto pecador y yo solo en mi cuarto, sin saber que hacer o donde ir decidí buscar algunas armas para defenderme de un posible ataque, entre las herramientas de papá encontré un martillo y de la cocina subí un cuchillo que guarde en mi mochila, puse algunas herramientas, cuerdas, botellas de agua, lo indispensable para salir y enfrentar lo que venga, aún me pesaban los parpados, así que decidí, dormir un rato más, seguro que lo necesitaría, antes de salir a explorar este nuevo mundo. En mi mente me repetía una y otra vez, “este es un mal sueño, despertaras y todo será igual que antes”, eso esperaba.

Un ruido hizo que me ponga de pie, alguien intentaba entrar a mi casa jalando y forcejeando el portón, la hora de la verdad había llegado, tome mi mochila baje las escaleras lentamente en mi mano izquierda, tenía el martillo, el portón fue fácilmente vulnerado además la puerta principal estaba siendo forzada por estos engendros del mal, vi algunas sombras por debajo de la puerta, creo que eran 5 o 6 zombies, una pequeña horda que pretendía comerme, mi corazón se aceleró, un sudor frio me recorría todo el cuerpo, a eso se le sumo un vacío en el estómago, yo estaba ahí parado junto a la puerta esperando que entren, apretando muy fuerte el martillo, recuerdo haber visto muchas películas sobre esto, he entrenado con video juegos, también he  visto todas las temporadas de The Walking Dead, tengo que reventarles la cabeza, lo hare bien, los espero malditos muertos vivientes, en eso, escucho mi nombre, uno de los zombies me llamaba, no sabía qué hacer, ¿respondo o me quedo callado? ¿Quién eres? Pregunte, Yo baboso, abre la puerta has puesto pestillo, esa voz enfurecida era similar a la de mi hermana, ¿será un zombie?, ¿tendré que destrozarle la cabeza? ¿Las demás sombras serán  mamá o papá? ¿También serán zombies? Mi mente se llenaba de tantas preguntas, no sabía qué hacer, jalar el pestillo de la puerta luego correr o enfrentarlos. ¿Alex vas a abrir o qué? De nuevo el zombie de mi hermana. “Espera”, grite, me la imaginaba botando espuma por la boca y con los ojos rojos  inyectados de sangre, le saque el pestillo a la puerta principal, de repente la puerta se abre de golpe, eran ellos, mi familia zombie, yo tome distancia, me hice a un lado en la oscuridad, porque esperaba que me ataquen, mi hermana zombie me pregunta ¿desde que hora no hay luz? Estaba desencajado, acaso los zombies tienen razonamiento, ¿Qué tienes en la mano? Pregunto mi mamá zombie, nada, dije mientras  baje el martillo que tenía, escondiéndolo ligeramente a  mis espaldas, mi papá zombie que si caminaba zigzagueando y arrastrando los pies y que tenía un olor a alcohol, exclamo: “ya cierren la puerta vamos a descansar”, tras el subió mi mamá también mi hermana, yo me quede parado observando como los zombies invadían la casa y yo sin hacer nada. “Hecha llave” me grito mi hermana zombie, en ese preciso instante las luces de la casa se encendieron, la luz regreso, no sé cómo levanto la mirada, veo el reloj de la sala, marcaban las 4:20, habrá sido todo producto de mi imaginación, apague todas las luces y subí a mi cuarto, al pasar por el cuarto de mis papás zombies, mamá dijo soltaste al perro que está en la azotea, debe estar de frio, abrí la puerta y bajo moviendo la cola y saltando, entre a mi dormitorio cerré la puerta con seguro y me acosté.

Horas más tarde, me despertaron para tomar desayuno, mi familia que ya no era zombie ya estaban sentados en la mesa a punto de comer chicharrones y tamales, no cerebros, no brazos, era comida normal, mamá que ya no era zombie dijo: Ayer en la madrugada han querido saquear la panadería, han querido entrar como sea a la casa de los vecinos aprovechando la oscuridad, Lima cada vez está más insegura. Yo abriendo un pan para echarle chicharrones, opine: Si. Ya no se puede confiar ni en los muertos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario